Los niños de nadie. Trata de personas a ras de asfalto

Con especial orgullo, y con cierto tono triunfalista en buena parte de los países occidentales desde hace ya varias décadas, se comparte y celebra la abolición de la esclavitud. Se la deplora, critica, condena y rechaza desde todos los ámbitos, no sólo por ser una práctica aberrante en la que los seres humanos son tratados como mercancías, sino también porque se violentan, desconocen y pisotean principios universales como los derechos humanos, la dignidad y la libertad.

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2007-12-01

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