10.18601/01207555.n29.14

APROXIMACIÓN A LOS APORTES EN SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL DE CINCO MUSEOS EN EL ÁREA TURÍSTICA DE LA CANDELARIA (BOGOTÁ)1

THE APPROACHES OF FIVE MUSEUMS IN THE TOURIST AREA OF LA CANDELARIA (BOGOTA) IN THEIR CONTRIBUTIONS TO ENVIRONMENTAL SUSTAINABILITY

Diana Morales Betancourt
Magíster en Estudios Ambientales de Colorado State University
Docente investigadora de la Universidad Externado de Colombia Colombia
[diana.morales@uexternado.edu.co]

Juliana Granados Camargo
Magíster en Planificación y Gestión del Turismo de la Universidad Externado de Colombia
Docente universitaria en instituciones de educación superior en los departamentos de Boyacá y Magdalena Colombia
[julianagranados22@gmail.com]

1 Para citar el artículo: Morales, D. y Granados, J. (2021). Aproximación a los aportes en sostenibilidad ambiental de cinco museos en el área turística de La Candelaria (Bogotá). Turismo y Sociedad, XXIX, pp. 315-332. DOI: https://doi.org/10.18601/01207555.n29.14

Fecha de recepción: 16 de diciembre de 2019
Fecha de modificación: 18 de abril de 2020
Fecha de aceptación: 3 de junio de 2020


Resumen

Los museos de arte e historia tienen la función de generar espacios de aprendizaje e intercambio cultural a partir de la exhibición, conservación y consecución de diferentes objetos de valor cultural. El presente artículo tiene como finalidad analizar las estrategias y actividades que se implementan en relación con la dimensión ambiental de la sostenibilidad desarrolladas por cinco museos culturales que se encuentran ubicados en el área turística sostenible de La Candelaria. Se utilizó una metodología con enfoque cualitativo de tipo descriptivo por medio de observación participante, complementada con interacciones con mediadores y visitantes. Los principales resultados evidencian que se emplean buenas prácticas ambientales, pero estas no se encuentran orientadas por lineamientos formalmente establecidos y comunicados por parte de los museos. La percepción de los visitantes, a su vez, coincide con la información brindada por el personal: hay poca evidencia de señalización, información y actividades o programas que sensibilicen sobre el impacto ambiental de las actividades realizadas dentro de los museos.

Palabras clave: Turismo sostenible, gestión ambiental, sostenibilidad ambiental, museos, destino turístico sostenible.


Abstract

Art and history museums have the function of generating learning and cultural exchange spaces from the exhibition, conservation, and acquisition of different objects of cultural value. The purpose of this article is to analyze the strategies and activities that are implemented in relation to the environmental dimension of sustainability by five cultural museums that are located in the La Candelaria Sustainable Tourism Area. A qualitative descriptive approach methodology was implemented through participant observation and interactions with mediators and visitors. The main results showed that environmental practices are developed, however they are not articulated and communicated by museums through direct guideline implementation. The perception of visitors coincides with the information provided by staff: there is little sign of evidence, information and activities or programs that raise awareness of the environmental impact of activities carried out within museums.

Keywords: Sustainable tourism, environmental management, environmental sustainability, museums, sustainable tourism destination.


Introducción

El turismo, en la actualidad, se ha establecido como un factor relevante para dinamizar la economía de las regiones, promover el intercambio cultural y favorecer el desarrollo de un mundo cada vez más globalizado, en donde se evidencia la apertura constante de las fronteras, lo cual genera importantes oportunidades de negocio (Zúñiga-Collazos, 2015). Sin embargo, Colombia no ha logrado posicionarse en el sector, ya que, como lo muestran las cifras de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Clavijo, 2019), la participación del sector turismo solamente representa el 2 % del producto interno bruto (PIB) nacional. Esta actividad genera pocas divisas al país y aporta a la región de América Latina solamente el 1,4 % de las llegadas de turistas internacionales, lo que representa un porcentaje bajo en comparación con grandes potencias, como México y Brasil, pese a que el ingreso de turistas extranjeros ha ido en aumento, hasta alcanzar en 2018 una cifra histórica: 4.276.146 visitantes no residentes que llegaron a Colombia (Ministerio de Comercio, Industria y Turismo [MinCIT], 2019).

En el marco global turístico, se estima que el 40 % de los viajeros internacionales visitan atractivos culturales, aunque no hay estudios en este nivel que determinen si el turismo cultural es su principal motivación de viaje o si, por el contrario, las visitas a estos lugares son casuales (OECD, citado en Noonan y Rizzo, 2017). Estos atractivos culturales pueden ser tangibles, intangibles, patrimoniales, contemporáneos, permanentes, itinerantes, entre otros; los tradicionales incluyen museos y galerías. El turismo cultural brinda la oportunidad de vivir la experiencia de una cultura en profundidad, ya sea visitando dichos atractivos, lugares históricos o relevantes culturalmente, o siendo parte de una actividad cultural (Erasmus+, 2016).

Un museo es un atractivo cultural importante y, en el marco del turismo cultural, según la definición presentada en la 22.ª Conferencia General de Viena, celebrada en 2007:

Un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo. (ICOM, 2007, p. 3).

Sin embargo, los museos van mucho más allá, ya que pueden inspirar un cambio social, ambiental y de valores (Espitia, 2008). Son lugares de ampliación del conocimiento y brindan acceso a diferentes expresiones culturales; así mismo, generan en los observadores reflexiones pertinentes a un tema sin la necesidad de la invasión de las opiniones orales o escritas, sino por medio de imágenes o sugerencias cortas a ciertos temas de interés, como la política, el ambiente y la economía (Hernández, 1992).

En general, el turismo, en cualquiera de sus tipologías, debería desarrollarse de manera sostenible. Siguiendo a Pratt y Liu (2016), la sostenibilidad es un concepto integral que se desarrolla teniendo en cuenta la necesidad de mejorar las oportunidades, el bienestar y la calidad de vida de las actuales generaciones sin llegar a comprometer los recursos que necesitan las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades.

De acuerdo con Cáceres (2008), la sostenibilidad se entiende como un concepto dinámico y plural que atraviesa por un proceso constante de construcción, pero que generalmente se asocia con factores como el crecimiento exponencial de la población en el planeta, la escasez de recursos, la contaminación y la necesidad de establecer esquemas de producción en los ámbitos industrial y agrícola. Por su parte, Rosolen (2002) argumenta también la integralidad del concepto, al que se refiere como una serie de procesos de tipo económico, social, cultural, político y ambiental que tienen como finalidad asegurar el desarrollo de actividades enfocadas en la conservación y en el uso racional de los recursos.

En los artículos 79, 80 y 95 de la Constitución Política colombiana, y en el artículo tercero del Código Ético Mundial para el Turismo (OMT, 1999b; 2012), se aborda la sostenibilidad como equilibrio entre las dimensiones económica, social y ambiental. Desde 1987 se comenzó a proyectar a nivel mundial la importancia de la sostenibilidad, principalmente a partir del Informe Bruntland (ONU, 1987), en el cual se presenta la compleja y problemática situación asociada con el uso no controlado de los recursos naturales y las afectaciones generadas para el medio ambiente debido a los enfoques organizacionales y productivos. Así, desde finales de la década de los ochenta del pasado siglo, el tema de la sostenibilidad empezó a ser una parte fundamental de los discursos por medio de los cuales se comprende la relación entre las organizaciones, las empresas, las comunidades y el medioambiente.

En este punto es importante tomar en consideración los aportes de Hawkes (2001) cuando plantea que hoy en día la sostenibilidad es un tema central en los debates asociados con el desarrollo y la calidad de vida en cada nación. De esta forma, se han establecido nuevas perspectivas de desarrollo y tipos de vínculos entre las empresas, las comunidades y el medioambiente. La Organización Mundial del Turismo definió en 1999 los cinco principios básicos que orientan el desarrollo de un turismo sostenible. Entre dichos principios se destaca la necesidad de que en las actividades turísticas se valore y se promueva la protección de los ecosistemas que reciben a los turistas; se construya un proceso de trasmisión continua de conocimientos y saberes en torno a las prácticas de conservación de la biodiversidad; y se procure mantener una elevada satisfacción de los visitantes a partir de una comprensión de las dinámicas sociales que derivan en el desarrollo del cuidado y la protección ambiental.

Pero, además de ello, en el caso del turismo sostenible también es importante que los beneficios se distribuyan entre toda la sociedad y que las actividades asociadas tengan como base la promoción de las cualidades, historias y tradiciones de las comunidades como una alternativa eficiente para mantener y fortalecer su cultura. En este sentido, considerando los diferentes elementos que se han planteado, se puede definir el turismo sostenible así:

Un turismo enfocado en la gestión de recursos, de manera que satisfaga tanto las necesidades económicas, sociales y ambientales, sin dejar de lado la integridad cultural, los procesos ecológicos naturales, la biodiversidad y los sistemas de soporte de vida, la comprensión internacional, la paz, la prosperidad y el respeto universal, la obediencia de los derechos humanos y las libertades fundamentales. (OMT, 2001, p. 20).

De acuerdo con la argumentación que se ha planteado, se observa que, en la actualidad, el turismo es uno de los sectores más productivos en dos sentidos distintos: en primer lugar, por su impacto directo en la economía de los destinos y productos turísticos tradicionales y emergentes del país (Partt y Liu, 2016); y, en segundo lugar, a partir de la posibilidad de convertirse en un instrumento de desarrollo sostenible que contribuya en el mejoramiento de los planos social, cultural y laboral de los territorios y de las comunidades (Altimira y Muñoz, 2007). El turismo puede ser un instrumento efectivo y clave para la conservación de la naturaleza (Ochoa, 2016), una fuerza económica capaz de preservar los patrimonios históricos y fomentar la creación ordenada de líneas de trabajo que favorezcan la capacitación y participación de la población (Gurría, 2000).

De acuerdo con la Norma técnica sectorial colombiana NTS-TS 001-1 (Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación [Icontec], MinCIT y Universidad Externado de Colombia, 2006), el desarrollo sostenible del turismo se enmarca en tres objetivos centrales. En primer lugar, "dar un uso óptimo a los recursos ambientales", ya que se consideran como "un elemento fundamental para el desarrollo turístico"; lo anterior implica mejorar la efectividad de los procesos ecológicos para conservar los recursos y proteger la biodiversidad biológica. En segundo lugar, se destaca la importancia de respetar las costumbres y "la autenticidad de las comunidades anfitrionas" (p. 3), de tal manera que las actividades asociadas con el turismo no generen afectaciones en el patrimonio cultural ni en los valores tradicionales. En tercer lugar, el turismo sostenible requiere de una viabilidad económica, que genere como resultado para todos los interesados beneficios socioculturales, como oportunidades de empleo, obtención de recursos y servicios sociales que ayuden a reducir la vulnerabilidad.

Uno de los puntos más importantes en el desarrollo del turismo sostenible es el desarrollo de una gestión para la sostenibilidad efectiva, que tenga como enfoque central fortalecer los procesos que están orientados a resolver, mitigar y/o prevenir las afectaciones negativas que genera una determinada actividad humana (Opazo, s. f.). De esta manera, el turismo sostenible propende a encontrar el equilibrio entre la demanda de recursos naturales y la capacidad de la naturaleza para regenerarlos (Gutiérrez, 2005); diseña estrategias bajo una visión que permita, por un lado, la protección de las áreas de interés ambiental y los recursos naturales, al mismo tiempo que permite la implementación de proyectos económicos y sociales que afiancen el desarrollo de las comunidades por medio de iniciativas con proyección (Vargas et al., 2011), como lo puede ser el turismo.

En este sentido, la gestión de la sostenibilidad turística requiere de la aplicación de un conjunto de medidas útiles para reducir los impactos ambientales y para promover el mejoramiento de las condiciones sociales y económicas de una región, protegiendo, además, los elementos que caracterizan a la cultura y al patrimonio. Desde esta perspectiva, el turismo se establece como un elemento clave para la construcción social, para el desarrollo sostenible del país, para la promoción de nuevas estrategias de recuperación territorial y para la orientación de procesos que ayuden a aminorar las desigualdades y a incentivar la unión entre las comunidades, todo por medio de un proceso de gestión efectivo, guiado por indicadores y métodos de evaluación (Ocampo-Peñuela y Winton, 2017).

El presente artículo se enfoca en la dimensión ambiental de la sostenibilidad, sobre el cual algunos autores proponen principios fundamentales: (1) transdisciplinariedad, desde la cual se promueva una actitud de apertura para afrontar el proceso de conocimiento del desarrollo sostenible (Hawkes, 2001); (2) desarrollo económico sostenible, por medio del uso racional de los recursos (Cáceres, 2008); (3) totalidad, comprendiendo al ambiente como un espacio integral y dinámico que debe considerar también los factores políticos, económicos y socioculturales del entorno (Hernández, 2015); y (4) continuidad, ya que la gestión ambiental debe orientarse de una manera continua y permanente (Rosolen, 2002). Desde esta perspectiva, se comprende que la dimensión ambiental requiere un enfoque integral, ya que en su desarrollo debe haber una interrelación constante con las otras dimensiones, como la económica, la social y la política (Hawkes, 2001).

La NTS-TS 001-1 plantea la gestión para la sostenibilidad. Con respecto a la dimensión ambiental, se incluye la gestión de los impactos de tipo ambiental y un proceso de mejora continua que es medido a partir de indicadores. Estos se definen como:

La dimensión ambiental, como uno de los aspectos de la sostenibilidad, tiene una trayectoria significativa en el país. En cuanto al sector, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible estableció en el año 2015 el desarrollo de los Programas Integrales de Gestión Ambiental Sectorial (PGAS); para el turismo, este programa busca "aportar lineamientos ambientales estratégicos para el mejoramiento del desempeño ambiental y de la competitividad del sector turismo, que contribuyan al crecimiento económico, institucional, social y ambiental de manera sostenible, con aportes significativos al postconflicto" (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2015, p. 79). En el componente de turismo se incluyó lo siguiente: una línea base ambiental con descripción de las condiciones de estado, presión y respuesta (este último denominado gestión) para los componentes de reservas, transporte, alojamiento, alimentación y algunos destinos turísticos, incluyendo ciudades, playas y áreas protegidas del sistema nacional; un diagnóstico del sector de acuerdo con las problemáticas identificadas por dimensiones; y, por último, una visión ambiental para el sector, con objetivos, estrategia y prioridades de gestión, un PGAS y recomendaciones (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2015).

Por otro lado, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Distrito de Bogotá (2013) ha orientado también el desarrollo de guías y medidas para evitar impactos negativos en lo que tiene que ver con el uso inadecuado de los recursos naturales, la contaminación y afectaciones de las condiciones naturales de los entornos por medio de procesos asociados con la ocupación del territorio. Partiendo de lo anterior, la Secretaría ha planteado una clasificación de los impactos ambientales que deben ser considerados por todas las industrias en el país. Dicha clasificación se muestra en la tabla 1.

En este sentido, la prevención de los impactos negativos exige de una gestión eficiente que permita medir cada uno de estos impactos, reconocer sus características y aplicar procesos y actividades concretas, sistematizadas y evaluadas por medio de indicadores (Bertoni, 2008). Se define entonces la gestión ambiental como un proceso orientado a resolver, mitigar y/o prevenir los problemas de carácter ambiental para alcanzar un desarrollo sostenible. Adicionalmente:

La gestión ambiental es un instrumento de mediano plazo que comprende de 4 a 5 años, y una herramienta que contribuya a darle continuidad a las diferentes acciones y proyectos en el tiempo, independientemente de los cambios políticos o de los períodos de gobierno. (Hernández, 2015, p. 44).

Es así como los museos, por ser atractivos culturales y no tener la obligatoriedad de cumplir con normas del sector turístico, pueden contribuir a la sostenibilidad ambiental del destino por medio de su gestión ambiental, ya que son espacios donde se puede promover la reflexión en torno al ambiente, la sociedad y el mejoramiento de las condiciones de vida, puesto que, generalmente, la información sobre el entorno y la cultura de un contexto se convierte en algo concreto (Raj, 2015). No obstante, los museos tienen la posibilidad de generar espacios e iniciativas de sensibilización sobre la sostenibilidad en general, con todas sus dimensiones, no solo de tipo ambiental, como las abordadas en el presente artículo, que les permitan a los visitantes sensibilizarse, tener conocimiento y actitudes sostenibles (American Alliance of Museums [AAM] and PIC Green Professional Network, 2013) , ya que la naturaleza del museo como espacio de reflexión y enriquecimiento cultural es clave para potenciar las oportunidades de desarrollo sostenible que se asocian con el turismo (Sánchez y Marín, 2014) . Esto implica que la relación de los museos con la sostenibilidad no se limita a su rol educativo, sino que también desde su operación estos deben desarrollar prácticas sostenibles, manejo eficiente de recursos, políticas y toma de decisiones acordes con la sostenibilidad (Museums Australia, 2003; Negri, 2011-2012).

Área de estudio

El área turística sostenible (ATS) La Candelaria, en Bogotá, es considerada "centro administrativo nacional" por encontrarse en ella el mayor número de bienes de interés cultural (BIC) de la capital y por ser un punto de referencia histórico de la ciudad, una zona valorada como monumento nacional (De Urbina, 2012). En relación con el arte, la zona conglomera 51 espacios entre galerías, fundaciones o instituciones, museos y lugares independientes (autogestionados), de los cuales 15 son museos (Fundación Arteria, 2017). Estas características hacen que el centro de la ciudad sea una de las principales zonas turísticas (Instituto Distrital de Turismo [IDT], s. f.). En 2015, el 12 % de los turistas mencionaron haber visitado el centro de la ciudad, y el 30 % indicaron haber visitado sus museos (IDT, 2015).

En 2016, Fontur inició el proceso de contratación FNTCD-244-2016, cuyo objeto fue implementar la Norma técnica sectorial colombiana NTS-TS 001-1. Destino turístico -Área turística. Requisitos de sostenibilidad (Icontec, MinCIT y Universidad Externado de Colombia, 2014) en la actual área turística La Candelaria (Bogotá), previo diagnóstico del destino (Fontur, 2018, p. 2). La NTS-TS 001-1, que es de voluntario cumplimiento, establece una serie de requisitos ambientales, socioculturales, económicos y otros relacionados con la infraestructura, el espacio público, la divulgación, la sensibilización y la promoción de la calidad turística (Icontec, MinCIT y Universidad Externado de Colombia, 2014). Esta norma le fue otorgada al área turística La Candelaria el 10 de abril de 2019, una vez que la empresa Cotecna Certificadora Services Ltda. realizó la auditoría correspondiente (Fontur, 2019).

La población que se estudia en esta investigación son los museos de la localidad de La Candelaria, en el centro de Bogotá. Se trata de la localidad que mayor cantidad de museos abarca en la capital, con aproximadamente el 35 % del total, lo que corresponde a 16 museos -entre privados y públicos- de los 46 con los que cuenta la ciudad en la actualidad (Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte [SDCRD], 2015). En la tabla 2 se exponen los museos que forman parte de esta localidad, con su respectiva caracterización.

Metodología

Se realizó un muestreo por conveniencia no probabilística, es decir, la elección de los elementos no depende de la probabilidad, sino de causas relacionadas con las características de la investigación o con los propósitos del investigador (Hernández et al., 2014). En esta investigación se seleccionó una muestra de cinco museos de carácter cultural de la zona. Los criterios de la inclusión fueron que pertenecieran a la zona y que sus temáticas sean de historia y de arte. Los museos seleccionados en la muestra se presentan en la tabla 3.

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El método se seleccionó tras un sondeo individual con representantes de los museos. Así se determinó que, de acuerdo con las capacidades, facilidades y temporada de estudio, para todos los museos se utilizaría una matriz en una observación participante, en la cual, además de observar las instalaciones durante el recorrido y escuchar las interacciones con los mediadores y los demás visitantes, se realizaría una activa interacción con el personal y con otros visitantes, para profundizar en los temas de interés.

La guía de observación, tipo matriz, se realizó con el fin de ser selectivo en la observación y como instrumento de registro (Blaxter et al., 2000). Esta matriz incluyó una sección de información general: objetivo, fecha, lugar. En las columnas se incluyó la información relacionada en los requisitos de norma: tema, observación realizada, evidencia de la observación y notas (esta última fue opcional, con el fin de ampliar información de cada uno de los temas de la matriz cuando así se requiriese).

Los nueve temas ubicados en las filas de la matriz fueron categorías precodificadas (Blaxter et al., 2000) que corresponden a la agrupación de los requisitos ambientales de la Norma técnica sectorial en turismo sostenible NTS-TS 001-1 (Icontec et al., 2014), sobre la cual se certificaron el área y el objetivo de esta investigación exploratoria. Las categorías fueron:

  1. Capacitación a mediadores.
  2. Implementación de buenas prácticas ambientales por parte del personal.
  3. Aplicación de medidas para la gestión eficiente de la energía.
  4. Aplicación de medidas para la gestión eficiente del agua.
  5. Implementación de medidas para la reducción y separación de residuos sólidos.
  6. Fomento del transporte alternativo.
  7. Estrategias de comunicación, información y sensibilización ambiental dirigidas a visitantes.
  8. Medición de la percepción de los visitantes frente al desempeño del componente de sostenibilidad ambiental.
  9. Divulgación del área turística sostenible (ATS) La Candelaria.

Las sesiones de visita en cada museo tuvieron una duración de dos horas, y se diligenció una matriz de observación para cada institución. Las visitas se programaron en los mismos rangos de horarios en los tres días, en la jornada de la tarde, con la finalidad de obtener un marco de referencia similar. El estudio transversal tuvo un total de 24 horas de muestreo durante tres días, del jueves 18 al domingo 22 de abril de 2019. Estos días representan un alto flujo de turistas en la capital del país (IDT, 2020), dado que se considera una de las temporadas altas, que corresponde a los últimos días de la Semana Santa, los cuales son días feriados a nivel nacional.

Resultados

Los resultados a continuación incluyen las observaciones participativas y las interacciones durante las observaciones con personal del museo y visitantes durante los tres días de la temporada alta en Semana Santa de 2019, y se presentan de acuerdo con las categorías precodificadas de los requisitos ambientales de las NTS-TS 001-1.

Primero, en relación con la capacitación en temas de gestión ambiental, se encontró que la totalidad de los museos aprovechan la oferta brindada por las entidades públicas encargadas y delegan a un colaborador para que reciba la información; posteriormente, el delegado realiza la transferencia de información en el interior de las entidades. En el caso de la Casa del Florero o Museo de la Independencia, esta entidad es el Ministerio de Cultura; en el Museo de Trajes es la Universidad de América, la cual dirige el museo; y en el Museo de La Salle es la Universidad de La Salle. Los museos consultados realizan la transferencia de conocimientos o reuniones de capacitación de manera esporádica o en comités en los que se abordan temas varios.

En las entidades museales no existen programas de entrenamiento en gestión ambiental y desarrollo sostenible orientados al personal, ni se cuenta con programas de formación de líderes en este tema. Tampoco se identificaron programas específicos de capacitación en el área de desempeño en la Casa Museo Quinta de Bolívar y en el Museo Colonial. En el caso del Museo Santa Clara, la percepción de los colaboradores es que "no es un tema al que se le diera mayor importancia" (Personal del museo, comunicación personal, 21 de abril de 2019).

Por su parte, el personal del Museo Casa del Florero indicó que la principal ventaja de la institución, en términos de gestión, es "la gran cantidad de esfuerzo que se pone en la educación ambiental tanto de los visitantes como de los trabajadores" (Personal del museo, comunicación personal, 18 de abril de 2019). En este museo se realizan diversas actividades, como siembra de la huerta y desarrollo de talleres, charlas sobre el uso de las plantas y manejo adecuado de recursos. Así mismo, el Museo Colonial cuenta con una huerta, la cual es uno de los principales mecanismos de capacitación y articulación con la comunidad del barrio.

En relación con las buenas prácticas ambientales y las medidas de gestión eficiente de recursos, se evidenció que los cinco museos presentan uso de dispositivos de ahorro de agua, como sensores en los lavamanos e inodoros y riego de jardines con agua lluvia; bombillas led, sensores de luz y apagado de los equipos electrónicos cuando estos no se están utilizando, para disminuir así el uso de energía; elementos para la separación de residuos sólidos en la fuente; fomento de la minimización de uso de plásticos y de poliestireno expandido (icopor, como se le conoce en Colombia); implementación de empleo de vasos de cartón o tazas personales y reutilización de papel.

Adicionalmente, algunos museos -como la Casa Museo Quinta de Bolívar, el Museo de la Independencia o Casa del Florero y el Museo Colonial- utilizan la luz natural para disminuir el uso de energía eléctrica, promueven la disminución del uso de servilletas y toallas de manos en los baños, implementan el empleo de baldes en lugar de mangueras para el aseo del lugar, reutilizan el agua y realizan revisiones periódicas para evitar fugas de este líquido. Los colaboradores de los museos consideran que estos espacios brindan un impacto positivo en el entorno; incluso museos con zonas boscosas y áreas verdes, como el Colonial y la Quinta de Bolívar, se conciben como pulmones para la zona. Específicamente, en el Museo de Trajes y en el Santa Clara no se observa separación de residuos, y en el de La Salle no se utilizan dispositivos de ahorro de agua en los lavamanos e inodoros, pero se emplean bombillas led o sensores de movimiento para la luz.

Sin embargo, hay preocupación por parte de los trabajadores de la Quinta de Bolívar, principalmente en relación con la separación de residuos, dado que es poca la separación que se realiza en la fuente y porque los residuos se disponen de manera indistinta en las canecas, sin importar su categoría; los colaboradores indicaron que la solución no puede ser obviar el problema, sino que este ha de ser atendido mediante pedagogía. Sobre este mismo tema se informó que, aunque se llevan a cabo campañas exhaustivas y, en efecto, se separan los residuos dentro de los museos, las empresas de recolección no la realizan de manera diferenciada, hecho que genera desmotivación, pues los trabajadores manifestaron que, mientras no se aclaren las políticas generales de manejo de los residuos, quedarán muchas inquietudes para su implementación.

Además del manejo de los residuos producidos en el interior de estas entidades, los colaboradores de la Casa Museo Quinta de Bolívar expusieron otra problemática con respecto a sus vecinos, ya que algunos habitantes o comerciantes de Monserrate dejan bolsas de basura frente a sus instalaciones con el propósito de acercarse a los puntos de recolección de los camiones, lo cual se percibe como un riesgo para la salud (Personal del museo, comunicación personal, 20 de abril de 2019). Otra problemática externa se presenta en el Museo Casa del Florero por el alto número de palomas y sus excrementos, que también son considerados de alto riesgo para la salud humana (Personal del museo, comunicación personal, 18 de abril de 2019).

Durante las visitas, la mayoría de las personas (75 %) no evidenciaron la implementación de buenas prácticas ambientales, sin embargo, gran parte de los que sí las observaron (62,5 %) identificaron las canecas para la separación de residuos; el 25 % se fijaron en los sensores de luz; otro 25 % notaron las estrategias de divulgación y también un 25 % manifestaron que no existen estrategias. Los visitantes no percibieron aportes a la contaminación auditiva y visual. En general, el 71 % de los visitantes estuvieron de acuerdo con que se promueven la sensibilización y las buenas prácticas ambientales. Las respuestas durante la interacción con visitantes estuvieron distribuidas respecto a los espacios museales, de tal forma que ningún museo presentó una percepción más desfavorable en comparación con los otros. Durante las interacciones y observaciones no se percibió información específica que diera cuenta de que las instalaciones o exhibiciones de los museos hubiesen sido diseñados y se desarrollaran incluyendo consideraciones ambientales.

En cuanto a la categoría de transporte alternativo, se identificó que este es utilizado por parte del personal, pero sin responder a una iniciativa institucional. A excepción del Museo Santa Clara, los demás poseen parqueadero de bicicletas, y en el caso del Museo de Trajes este es exclusivo para sus colaboradores. Solamente el Museo de La Salle manifestó que lleva a cabo campañas de transporte alternativo como parte de los programas promovidos por su ente administrador. Los museos no promocionan este tipo de transporte (bicicleta) a sus visitantes, que así lo perciben durante su visita; no obstante, una persona consideró que la existencia del aparcadero de bicicletas es, en sí misma, una estrategia de promoción.

Respecto a la categoría de estrategias de comunicación e información, frente a la comunicación interna la mayoría de los colaboradores afirmaron que el museo constantemente se encarga de enviar correos con la información pertinente y actualizada (a excepción del Museo de Trajes, donde este aspecto no fue mencionado). En lo que respecta al material de divulgación externa, los visitantes no observaron información acerca de buenas prácticas, pero sí sobre fauna y flora, presente en las plantas y en los jardines (50 %), en algunos letreros (37,5 %) y en las exhibiciones (25 %), mientras que unos visitantes (25 %) no la observaron en el Museo de Trajes ni en el Museo Casa del Florero. Sin embargo, en la Casa Museo Quinta de Bolívar, dicha información es parte del guion que se presenta durante el recorrido, pues los medidores informan, frente a las plantas del lugar, la importancia de su conservación y de las áreas naturales cercanas por visitar; en cambio, los visitantes en otros museos no reciben esta información. El Museo de La Salle, por su naturaleza, cuenta con información de fauna y áreas naturales para visitar, mientras que el Museo Santa Clara no posee este tipo de áreas ni de información. Y en cuanto al ahorro y uso eficiente del agua no se observó la presencia de material divulgativo al respecto en los museos Santa Clara y de La Salle.

Los visitantes consideran que es muy importante que los museos sean sostenibles y permitan a sus visitantes ser sostenibles durante su visita, así como aportar a la sostenibilidad del destino donde se encuentran, sin dejar a un lado su temática, objetivos y misión. En general, los museos llevan a cabo varias actividades sostenibles (tabla 4), y dos variables parecen incidir en su desempeño ambiental: por un lado, la entidad administradora del museo, la cual puede generar programas o campañas relacionadas con las categorías ambientales de la norma; y, por otro lado, el tamaño del museo. El museo más pequeño es el Santa Clara, en cuyo espacio no se evidenciaron algunas medidas que sí fueron observadas en otros museos y que fueron comentadas por sus visitantes y personal.

En lo referente a la certificación del ATS La Candelaria, en ningún museo se observó información al respecto. No obstante, los colaboradores del Museo de La Salle, del Museo Colonial y del Museo de la Independencia o Casa del Florero manifestaron que la conocen, y solo este último participa en las mesas del ATS. Por otra parte, la totalidad de los colaboradores de los museos afirmaron tener interés en recibir más información sobre el tema y en querer participar de manera más activa en el proceso, lo que se presenta como una oportunidad de difusión para los museos. En cuanto a los visitantes, la gran mayoría no conoce el ATS La Candelaria (87,5 %), pero intuyen (62,5 %) que es la organización de diferentes entidades, universidades y comunidades locales para promover la actividad turística de un modo sostenible desde los ámbitos ambiental, cultural, económico y social, que resulta ser la respuesta más completa y que abarca de la mejor manera los objetivos del área turística.

Los colaboradores manifestaron que los museos poseen voluntad para aportar en la gestión ambiental del ATS, se encuentran en diversos procesos de implementación de políticas ambientales y desarrollan continuamente procesos de mejora para reducir el impacto actual; al respecto, en la tabla 4 se resumen las evidencias recopiladas en los museos frente a las categorías ambientales. En el caso de los museos adscritos a otras entidades, como el Museo de La Salle y la Casa Museo Quita de Bolívar, estos no poseen lineamientos propios de gestión ambiental, puesto que deben aplicar los generados para todas las dependencias desde su ente administrativo.

Los visitantes con los que se interactuó consideran que los museos no requieren implementar otras acciones para ser más sostenibles, aunque podrían mejorar su promoción de prácticas y hábitos sostenibles, así como su clasificación de residuos; también podrían incluir exposiciones sobre el ambiente y disponer de señalización acerca de la gestión eficiente del agua; podrían optimizar el manejo de recursos, hacer una mayor promoción del cuidado del entorno, llevar a cabo campañas de promoción de conservación del ambiente y mostrar a los visitantes el contraste entre el pasado y el presente al respecto.

Conclusiones

Los museos conforman un atractivo turístico cultural de gran relevancia en el centro histórico La Candelaria, son un componente del área turística, actores y parte de los productos turísticos. Es por ello por lo que cumplen un rol en el cumplimiento de la NTS-TS 001-1, al igual que las comunidades locales, las diferentes entidades públicas y privadas, entre otros actores.

Se encontró que la categoría que presenta mayores esfuerzos de mejora frente a los requisitos es la de capacitación y divulgación a visitantes. El espacio físico de los museos es un factor estratégico, pues en estos se pueden desarrollar estrategias y elementos de divulgación, así como buenas prácticas, que llegarían a la comunidad local, a turistas y visitantes. La sensibilización y capacitación es el primer paso para generar un cambio en las actitudes, prerrequisito para fomentar cambios en los comportamientos hacia aquellos más sostenibles.

Respecto al manejo de residuos sólidos, la separación en la fuente de residuos debe realizarse sin importar el tamaño del museo ni la cantidad de residuos generados. La percepción por parte de los colaboradores de los museos de que no existen mecanismos para la recolección diferencial de los residuos indica que se desconocen los procedimientos y horarios de recolección diferenciada que se han llevado a cabo de acuerdo con las distintas medidas que se encuentran disponibles en el área. La inadecuada gestión de estos residuos genera mayores gases de efecto invernadero, disminuye la vida útil de los rellenos sanitarios y no aporta a la disminución del consumo de materias primas.

En general, los trabajadores de los museos visitados emplean prácticas amigables con el ambiente, los museos cuentan con algunos elementos de gestión ambiental, y esto es percibido por los visitantes; sin embargo, esto no responde a las políticas y programas ambientales en estas instituciones. El aporte a la dimensión ambiental del turismo sostenible por medio de la gestión en los museos se debe orientar a partir de la planificación y del establecimiento de metas y actividades realizables, que les permitan ser costo-eficientes, pero sustentados en la responsabilidad y el compromiso, siendo parte de la esencia de la institución.

Es preciso que en los museos se comprenda la dimensión ambiental de la sostenibilidad como un factor integral que mantiene una constante relación con dimensiones de tipo social, cultural y económico. Debe existir, por lo tanto, una retroalimentación constante entre la gestión ambiental hacia las demás dependencias del museo, para tomar medidas tanto en sus procesos internos como con respecto a los visitantes, turistas y comunidad local por medio de prácticas concretas.

Se puede concluir que los museos están cumpliendo con varios requisitos ambientales aun sin tener políticas o programas que coordinen sus actividades y sin medir el impacto de las acciones que les permita con el tiempo mejorar su desempeño ambiental para sumarse al esfuerzo conjunto de territorio en pro de un turismo sostenible. Los museos, por ser actores en el área turística, deberían articularse y participar en las mesas del ATS para así contar con capacitaciones, orientaciones y, por medio de sus acciones, unirse a los objetivos de sostenibilidad del área.

Agradecimientos

Al personal y a los visitantes de los museos que colaboraron en el desarrollo del presente estudio: Museo de la Independencia o Casa del Florero, Museo de Trajes, Casa Museo Quinta de Bolívar, Museo Colonial, Museo de La Salle y Museo Santa Clara.


Notas

2 http://www.museoindependencia.gov.co
3 https://museodetrajes.com.co/
4 http://www.quintadebolivar.gov.co
5 http://www.museocolonial.gov.co
6 http://museo.lasalle.edu.co/Museo-de-La-Salle


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