Realidad triádica del sujeto educable

El único ser que sabe que sabe y sabe qué hacer con el saber es “el espíritu humano”. El saber viene comprendido como el hábito o virtud intelectual por la cual el sujeto discierne los conocimientos y los encuadra en una visión conjunta (cosmovisión). Nuestra disertación quiere pensar la unidad del saber desde la unidad del “espíritu humano” la cual es condición de posibilidad de encontrar una unidad del saber mismo. Propone Edgar Morin que la educación debe considerar “el carácter ternario de la condición humana”, que es el de: Individuo–sociedad–especie, y ve esta condición ternaria como condición ética, como el punto de partida del “actuar” humano: “... de las autonomias individuales, de las participaciones comunitarias y la conciencia d... Ver más

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1900-9895

2500-5324

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2006-07-01

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Revista Latinoamericana de Estudios Educativos - 2006

info:eu-repo/semantics/openAccess

http://purl.org/coar/access_right/c_abf2

Descripción
Sumario:El único ser que sabe que sabe y sabe qué hacer con el saber es “el espíritu humano”. El saber viene comprendido como el hábito o virtud intelectual por la cual el sujeto discierne los conocimientos y los encuadra en una visión conjunta (cosmovisión). Nuestra disertación quiere pensar la unidad del saber desde la unidad del “espíritu humano” la cual es condición de posibilidad de encontrar una unidad del saber mismo. Propone Edgar Morin que la educación debe considerar “el carácter ternario de la condición humana”, que es el de: Individuo–sociedad–especie, y ve esta condición ternaria como condición ética, como el punto de partida del “actuar” humano: “... de las autonomias individuales, de las participaciones comunitarias y la conciencia de pertenecer a la especie humana”. (Morin, 1999, VII) En nuestra reflexión, esta tríada nos parece importante pero insuficiente, por eso proponemos la tríada deseo–libertad–lenguaje, desde su relación dialéctica donde, creemos, se puede encontrar la identidad ternaria del espíritu humano. Percibimos esta propuesta como una lógica de la existencia humana a partir de la “onto-do-logía” (el ser como donación) del filósofo francés Claude Bruaire; quien resignifica la dialéctica hegeliana de lógica-naturaleza-espíritu, par tiendo de la condición humana real (no ya del espíritu absoluto), de su liber tad concreta, refiriéndose al “deseo” en vez de al espíritu, deseo que mueve la libertad y se expresa como lenguaje. El equilibrio entre estas fuerzas constitutivas nos permite comprender quién es el “espíritu humano” y así, sabiendo quién es, interpretar y discernir el lugar desde el cual se debe construir un éthos humanizante y personalizante encarnado en una cultura cada vez más globalizante.
ISSN:1900-9895