El acontecer del desarrollo contemporáneo: discursos, sostenibilidades y ecología

Este artículo corresponde al capítulo tres de la tesis de maestría llamada América Latina entre regímenes y modelos: deconstrucción de los discursos sobre identidad y desarrollo. En este apartado se hace un decostrucción del discurso sobre el desarrollo sostenible, tanto desde una aproximación a lo que es el desarrollo como a lo que es la sostenibilidad. Se fundamenta en un análisis crítico que va desde la historia de la emergencia de tales procesos enunciativos, pasando por su correlato económico e histórico, hasta el desenvolvimiento de éste dentro de la lógica de políticas internacionales, hemisféricas y nacionales. El argumento fundante es que el desarrollo sostenible es el nuevo paradigma del desarrollo contemporáneo circunscrito a una... Ver más

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1909-2474

2005-01-01

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Luna Azul - 2015

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spelling El acontecer del desarrollo contemporáneo: discursos, sostenibilidades y ecología
LEFF, Enrique. Op. cit. p. 172.
OEA. Plan de Acción para el Desarrollo Sostenible de las Américas. 1996. [en línea]:<www.iabin.net/spanish/governance/action_plan.shtml> [Consulta: 17 marzo 2004].
SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS. Op. cit.
GALEANO, Eduardo. La ecología en el marco de la impunidad. En: MIRES, Fernando y otros.Ecología solidaria. Madrid: Trotta, 1996. p. 59.
Ibíd. p. 91.
Ibíd. El subrayado es nuestro.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op cit. p. 68.
Para Max-Neef existen, en cuanto a las necesidades, “dos criterios posibles de desagregación: según categorías existenciales y según categorías axiológicas. Esta combinación permite operar con una clasificación que incluye, por una parte, las necesidades de Ser, Tener, Hacer y Estar; y, por otra, las necesidades de Subsistencia, Protección, Afecto, Entendimiento, Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad”. MAX-NEEF, Manfred; ELIZALDE, Antonio; y HOPENHAYN, Martín. Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro. Chile: CEPAUR, 1986. p. 26.
NOVO, María. La educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas. Madrid: UNESCO-Universitas, 1998. p. 152.
BORRERO NAVIA, José María. Op. cit. p. 52.
Desde la economía ecológica podría repensarse el problema de la deuda externa de los países del Sur. Las variables que hemos utilizado nos hacen entender las reflexiones pretéritas acerca de la significación de la Deuda Ecológica.
OPS. Promoción de la salud: una antología. Washington: la Organización, 1996. p. 367-368
Aunque de una manera simplificada, la forma como puede calcularse la huella ecológica consiste en:determinar el nivel de consumo de los habitantes de la localidad objeto de estudio en lo referente a la dieta, calcular el espacio que se requeriría en tierras de cultivo y de ganado para mantener la dieta presente, determinar el nivel de consumo de madera y papel, calcular el espacio que se requeriría en tierras de plantación de bosques para la producción de madera y papel, determinar el área ocupada, degradada o construida como suelo urbano, determinar el nivel de consumo de combustibles fósiles, calcular el espacio que se requeriría para absorber las emisiones de dióxido de carbono a través de fotosíntesis o la tierra necesaria para producir el etanol equivalente al consumo de energía fósil. Las diferentes áreas calculadas se suman y se comparan con la extensión del territorio del país en estudio.
El índice de sustentabilidad débil de Madagascar corresponde a: 8 – 1 – 16 = -9
Índice de sustentabilidad débil = (Porcentaje de ahorro en el ingreso) menos (depreciación del capital hecho por los humanos en porcentaje de ingreso) menos (depreciación del capital natural en porcentaje de ingreso). Para el caso de Holanda: 25 – 10 – 1 = 14.
Para el caso de lo que venimos analizando, tomaremos como sinónimos la noción de sustentabilidad y sostenibilidad. No obstante hay que aclarar que tales nociones, y en una mirada crítica, son distintas, como lo explicaremos después.
“Las astucias del poder se expresan, por ejemplo, en la pirueta para salvar el concepto de desarrollo de su propia crisis, la cual es mitigada mediante la apropiación de un concepto tomado de una u otra de las vertientes del pensamiento ecológico. Mediante una habilidosa mezcla el desarrollo deviene desarrollo sostenible, el cual no es otra cosa –parafraseando a Gustavo Esteva-, que un ardid para permitir que el desarrollo se sostenga”. Ibíd. p. 45.
Si bien no se modifica la problemática de la deuda externa para los países de América Latina, la consideración del medio ambiente trae consigo algunas propuestas básicas y fundamentales que hacen entender de otro modo las políticas financieras y las relaciones Norte-Sur. El pago de los intereses de la deuda externa le ha costado a América Latina una alta ‘deuda ambiental’ por motivo de formas de producción o, al contrario, le ha generado a los países del Norte una gran ‘deuda ambiental’ que, en vistas a la globalización del problema medioambiental, debe ser pagada por ellos. Así mismo se plantea también la deuda ecológica la cual, y en palabras de uno de sus principales defensores:“es una obligación con la biosfera y la humanidad, en particular por cuenta de la pobreza, así comodel etnocidio y ecocidio provocados por un régimen de inequidades en el orden internacional,sostenido por las islas de privilegio en todo el mundo y basado en la economía del desperdicio y la industria de la barbarie”. Ibíd. p. 115.
Ibíd. p. 41.
BORRERO NAVIA, José María. Op. cit. p. 45.
LEFF, Enrique. Ecología y Capital. Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable. México: Siglo XXI, 1998 p. 156.
GIRALDO B, Paulo César. Renovación urbana: nuevas formas de control sistémico. En: Revista Luna Azul. [en línea]: Número 16. Universidad de Caldas. 2003. <www.ucaldas.edu.co/lunaazul/> [Consulta: 29 noviembre 2004].
Ibíd.
OEA. Declaración de Santa Cruz de la Sierra. en línea www.comunidadandina.org/documentos/actas/santacruz.htm
“Es necesario reconocer el control ejercido por los cuerpos supranacionales sobre la vida y el destino de los pueblos, que lastimosamente, las burocracias nacionales sirven convirtiendo sus intereses en política de Estado. Hay tres casos en los cuales esa situación es evidente: por un lado, los derechos de propiedad intelectual; en segundo lugar, la homologación del régimen de patentes; y, por último, la apertura económica sin barreras”. BORRERO NAVIA, José María. La deuda ecológica. Testimonio de una reflexión. Colombia: FITMA, 1994. p. 66.
BUARQUE, Cristovão. (actual Ministro de Educación de Brasil) Comunicado enviado por: Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y El Caribe.
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MALDONADO, Carlos Eduardo. Op. cit. p. 210.
MIRES, Fernando. La nueva ecología. El sentido político de la ecología en América Latina. En: MIRES, Fernando y otros. Op. cit. p. 21.
Para esto reza el Informe: “A menos que se tomen medidas adecuadas de control a largo plazo, por lo menos la cuarta parte, probablemente la tercera, o incluso una proporción mayor de las especies existentes, puede desaparecer”. Ibíd. p. 187.
OEA. Plan de Acción para el Desarrollo Sostenible de las Américas. Op. cit.
Dice el Informe: “Las especies y sus materiales genéticos prometen desempeñar un papel cada vez mayor en el desarrollo, y poderosas razones económicas empiezan a surgir para reforzar los argumentos éticos, estéticos y científicos a favor de su preservación. La variabilidad genética y el material germoplásmico de la especie pueden aportar contribuciones a la agricultura, a la medicina y a la industria por valor de varios miles de millones de dólares anuales”. COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op. cit. p. 181.
Podemos sumarle otras tantas características al asunto de Colombia: territorio relativamente pequeño, acceso restringido a zonas de biodiversidad por conflicto armado (restricción que puede anularse vía monetaria), legislaciones flexibles, dependencia investigativa, xenofilia y compromisos en los préstamos de la banca mundial.
Refiriéndose a Colombia dice el autor: “La flora es nuestra primera gran riqueza. Tenemos entre 45 y 55 mil especies de plantas, un tercio de las cuales se encuentra exclusivamente en nuestro territorio, es decir, son endémicas. Este número es realmente muy alto, si tenemos en cuenta que toda África al sur de Sahara apenas completa unas 30 mil especies (…) Colombia se coloca en el tercer lugar en lo que respecta al número total del vertebrados terrestres. Son 2890 especies, entre las cuales, 358 representan el 7% de todos los mamíferos que existen. Tenemos por ejemplo, más de un tercio de todos los primates de América tropical (27 especies) y en las aves somos excepcionalmente ricos: nuestras 1721 especies corresponden al 20% del total existente y nos colocan en el primer lugar mundial”. ANDRADE, Germán. Colombia: ¿Megadiversidad o megaextinción? En: Revista ecológica.Número 5, 1990. p. 5.
Confróntese con: MALDONADO, Carlos Eduardo. Biopolítica de la guerra. Bogotá: Siglo del Hombre - Universidad Libre, 2003. p. 208-211.
Está claro que una economía basada en el uso de los combustibles fósiles requiere ‘poder’ sobre los territorios donde están los yacimientos, como es el caso de las guerras en el Medio Oriente. Como sabemos, la ciencia y la tecnología han dado pasos gigantes para superar esta dependencia de tales combustibles con mecanismos como energía solar, etc. Ahora puede afirmarse que la economía podría basarse en recursos vivos dados los propios avances de la biotecnología, específicamente de la ingeniería genética, de lo cual podría deducirse fácilmente que empiezan a cobrar gran importancia los países megadiversos, es decir, países llenos en recursos genéticos y pobres en su capacidad investigativa. Esa pobreza en investigación es generada por el anterior modelo de economía extractiva que tuvo como consecuencia implícita la degradación ambiental de los países del Sur y explícita la posibilidad económica de los países del Norte.
Para ilustrar esta situación vale la pena recordar las denuncias sobre biopiratería que algunas voces han intentado dar a conocer. Bien es sabido que nuestro Chocó, con su gran variedad de plantas y la acumulación del conocimiento de sus habitantes (negritudes, indígenas, campesinos), puede contener el secreto para la superación de patologías de alta mortalidad como el cáncer o el sida. Al parecer desde hace unos años, algunos grupos de investigación de empresas farmacéuticas multinacionales han estado recogiendo material genético (para generar bancos de recursos genéticos) y conocimientos tradicionales sobre el manejo de las plantas respectivas, con lo cual después de constituidos los bancos poco importará la existencia o la desaparición de la especie, pues en el laboratorio de la multinacional se encontrará su ‘esencia’.
No obstante es de aclarar que la mayoría de las constituciones nacionales, como es el caso de la colombiana en la ley 99, definen al patrimonio como nacional y de interés de la humanidad. Nacional en el sentido en que es la nación quien tiene el deber de salvaguardar tal patrimonio. El artículo 5 en su numeral 38 dice, además, que al Ministerio de Medio Ambiente (actual Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial) le corresponde vigilar que los estudios, el aprovechamiento y las investigaciones que realicen nacionales y extranjeros de nuestros recursos naturales renovables, respeten la soberanía nacional y los derechos de la nación colombiana sobre sus recursos genéticos.
Dice el informe “Nuestro Futuro Común”: “La conservación de las especies no e justifica sólo desde el punto de vista económico. Consideraciones de orden estético, ético, cultural y científico proporcionan fuertes motivos para su conservación, aunque sólo los valores económicos inherentes a los materiales genéticos de las especies son ya suficientes para justificar la preservación de especies”. COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op cit. p. 190.
Siguiendo con Max-Neef, nos parece prioritario mostrar lo que puede ser también una visión compleja de la pobreza en términos de ampliar el término hacia una visión más crítica: “Sugerimos no hablar de pobreza sino de pobrezas. De hecho cualquier necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una pobreza humana. La pobreza de subsistencia (debido a alimentación y abrigo insuficientes); de protección (debido a sistemas de salud ineficientes, a la violencia, la carrera armamentista, etc.); de afecto (debido al autoritarismo, la opresión, las relaciones de explotación con el medio ambiente natural, etc.); de entendimiento (debido a la deficiente calidad de la educación), de participación (debido a la marginación y discriminación de mujeres, niños y minorías), de identidad (debido a la imposición de valores extraños a culturas locales y regionales, emigración forzada, exilio político, etc.) y así sucesivamente”. MAX-NEEF, Manfred; ELIZALDE, Antonio; y HOPENHAYN, Martín. Op. cit. p. 27.
BELLVER CAPELLA, Vicente. Op. cit. p. 266.
Puede decirse sin temor a equivocarse que el discurso del desarrollo cambió de forma y sustento cuando los países del Sur del mundo apenas se adaptaban al desarrollo pretérito. Los recursos de tales países nunca pudieron ser suficientes, posiblemente adrede, para generar desarrollos tecnológicos y de infraestructura importantes en términos de producción. Del mismo modo, los modelos implantados en los países latinoamericanos en los años 60 y 70 tenían, por decirlo de algún modo, un gran costo ambiental: “Los programas de desarrollo y los proyectos de implantación de infraestructura daban un gran énfasis a sus vertientes desarrollistas y apenas aportaban propuestas sencillas de control ambiental. Bajo la realidad social, se contó con proyectos de infraestructuras de exportación y urbano-industriales, que a pesar de que en algunos casos lograron éxito económico, agravaron las diferencias sociales que ya eran naceptables. Esos proyectos (…) también sirvieron para hacer viables las políticas de ‘exportación’ de industrias que demandaban muchos insumos, especialmente energéticos y degradaban los recursos naturales”. VITORIO ANDREOLI, Cleverson. La deuda externa y la viabilidad financiera para solucionar los problemas ambientales de América Latina.En: GUHL N, Ernesto (ed.). Medio Ambiente y desarrollo. Colombia: Tercer Mundo-Uniandes, 1990. p.65.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op cit. p. 63.
Publication
Luna Azul
Luna Azul - 2015
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
Español
Agudelo Sepúlveda, Natalia
https://revistasojs.ucaldas.edu.co/index.php/lunazul/article/view/1523
MARTÍNEZ ALIER, Joan. Ecología y pobreza. Barcelona: Centro Cultural Bancaixa, 1992. p. 17.
Universidad de Caldas
Este artículo corresponde al capítulo tres de la tesis de maestría llamada América Latina entre regímenes y modelos: deconstrucción de los discursos sobre identidad y desarrollo. En este apartado se hace un decostrucción del discurso sobre el desarrollo sostenible, tanto desde una aproximación a lo que es el desarrollo como a lo que es la sostenibilidad. Se fundamenta en un análisis crítico que va desde la historia de la emergencia de tales procesos enunciativos, pasando por su correlato económico e histórico, hasta el desenvolvimiento de éste dentro de la lógica de políticas internacionales, hemisféricas y nacionales. El argumento fundante es que el desarrollo sostenible es el nuevo paradigma del desarrollo contemporáneo circunscrito a una ideología particular, lo cual implica una urgente lectura de éste en relación con la pregunta por el poder y los mecanismos de verdad.
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América latina
desarrollo sostenible
identidad
sostenibilidad
Artículo de revista
sustentabilidad
Este artículo, con algunas modificaciones, hace parte de la tesis de maestría América Latina entre regimenes y modelos: deconstrucción de los discursos sobre identidad y desarrollo.
22
Diría Nicolás Martín Sosa, pensador contemporáneo español, lo siguiente, y en una manera de entender lo que es ahora simbólicamente el consumo: “podemos afirmar la emergencia, en nuestra época, de un valor al que pudiéramos llamar ‘valor ambiental’ (originado por la situación de desequilibrio y deterioro evidente del medio físico), hemos de reconocer también que los valores culturales sancionados (el éxito, el salir adelante, el hacerse un puesto en la vida) son prácticamente identificados, hoy, con los valores del consumo, hasta el punto de que ‘consumidor’ y ‘persona’ se han convertido en sinónimos virtuales”. NOVO, María y LARA, Ramón (coords.). Op. cit. p. 117.
GOODLAND, Robert. La tesis de que el mundo está en sus límites. En: GOODLAND, Robert (ed.) Medio ambiente y desarrollo sostenible. Más allá del informe Brundtland. Madrid: Trotta, 1997. p. 31. El subrayado en nuestro.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op. cit. p. 50.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op. cit. p. 59.
El cual es llamado de esta forma por el apellido de la presidenta de la Comisión encargada de prepararlo. Este Informe fue elaborado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo después del llamamiento de la ONU en su preocupación de establecer algunas estrategias medioambientales que tuviesen resultados de sostenibilidad para el año 2000. Si bien su fecha data de 1987, este Informe, publicado bajo el nombre “Nuestro Futuro Común”, denotará lo que en adelante se inscribiría dentro de todas las constituciones de América Latina y el mundo. En él se define el desarrollo sostenible como: “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Nuestro futuro común. Colombia: Alianza, 1988. p. 25.
Ibíd. p. 40.
CLIMENT SAN JUÁN, Víctor. Producción y crisis ecológica. Los agentes sociales ante la problemática ambiental. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1999. p. 39.
BELLVER CAPELLA, Vicente. Op. cit. p. 266.
ESCOBAR, Arturo. El desarrollo sostenible: diálogo de discursos. En: BERNAL, Jorge A (coord).Integración y equidad. Democracia, desarrollo y política social. Colombia: Viva la Ciudadanía, 1994. p. 139.
ESCOBAR, Arturo. En: BERNAL, Jorge A. (coord.) Op cit. p. 146.
Ibíd. p. 251-252.
BELLVER CAPELLA, Vicente. Las ecofilosofías. En: BALLESTEROS, Jesús y PÉREZ ADÁN, José. Sociedad y medio ambiente. Madrid: Trotta, 1997. p. 251.
MARTÍN SOSA, Nicolás. Perspectiva ética. En: NOVO, María y LARA, Ramón (coords.) El análisis interdisciplinar de la problemática ambiental. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, 1997. p. 119.
Dice Arturo Escobar en el inicio de su artículo: “La aparición misma es este concepto –se refiere al desarrollo sostenible- es parte de un proceso más amplio que podríamos llamar de problematización de la relación entre naturaleza y sociedad. Paradójicamente, esta problematización ha surgido como respuesta al carácter predatorio del desarrollo, tal como ha sido practicado hasta ahora”. ESCOBAR, Arturo. (1989) Op. cit. p. 14.
DE SOUSA SANTOS, Boaventura. La caída del angelus novus. Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1993. p. 32.
Núm. 22 , Año 2006 : Enero-Junio
ABSTRACT This article corresponds to the third chapter of the Master’s thesis called “Latin America between régimes and&amp;nbsp;models: deconstruction of the speeches on identity and development.” This excerpt deconstructs the discourse&amp;nbsp;on sustainable development, from an approach to what development and sustainability are. It is based on a&amp;nbsp;critical analysis that includes the history of the emergence of such enunciative processes, their economic and&amp;nbsp;historical references, up to the development of the latter within the logic of international policies (of hemispheric&amp;nbsp;and national scope). The founding argument specifies that sustainable development is the new paradigm of&amp;nbsp;contemporary development circumscribed to a particular ideology, which implies an urgent reading of this in&amp;nbsp;connection to the question on power and truth mechanisms.
sustainable development
Latin America
The events of contemporary development: discourses, sustainability and ecology
identity
sustainability
maintainability
Journal article
https://revistasojs.ucaldas.edu.co/index.php/lunazul/article/download/1523/1443
2006-01-01T00:00:00Z
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OEA. Plan de Acción para el Desarrollo Sostenible de las Américas. 1996. [en línea]:<www.iabin.net/spanish/governance/action_plan.shtml> [Consulta: 17 marzo 2004].
SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS. Op. cit.
GALEANO, Eduardo. La ecología en el marco de la impunidad. En: MIRES, Fernando y otros.Ecología solidaria. Madrid: Trotta, 1996. p. 59.
Ibíd. p. 91.
Ibíd. El subrayado es nuestro.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op cit. p. 68.
Para Max-Neef existen, en cuanto a las necesidades, “dos criterios posibles de desagregación: según categorías existenciales y según categorías axiológicas. Esta combinación permite operar con una clasificación que incluye, por una parte, las necesidades de Ser, Tener, Hacer y Estar; y, por otra, las necesidades de Subsistencia, Protección, Afecto, Entendimiento, Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad”. MAX-NEEF, Manfred; ELIZALDE, Antonio; y HOPENHAYN, Martín. Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro. Chile: CEPAUR, 1986. p. 26.
NOVO, María. La educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas. Madrid: UNESCO-Universitas, 1998. p. 152.
BORRERO NAVIA, José María. Op. cit. p. 52.
Desde la economía ecológica podría repensarse el problema de la deuda externa de los países del Sur. Las variables que hemos utilizado nos hacen entender las reflexiones pretéritas acerca de la significación de la Deuda Ecológica.
OPS. Promoción de la salud: una antología. Washington: la Organización, 1996. p. 367-368
Aunque de una manera simplificada, la forma como puede calcularse la huella ecológica consiste en:determinar el nivel de consumo de los habitantes de la localidad objeto de estudio en lo referente a la dieta, calcular el espacio que se requeriría en tierras de cultivo y de ganado para mantener la dieta presente, determinar el nivel de consumo de madera y papel, calcular el espacio que se requeriría en tierras de plantación de bosques para la producción de madera y papel, determinar el área ocupada, degradada o construida como suelo urbano, determinar el nivel de consumo de combustibles fósiles, calcular el espacio que se requeriría para absorber las emisiones de dióxido de carbono a través de fotosíntesis o la tierra necesaria para producir el etanol equivalente al consumo de energía fósil. Las diferentes áreas calculadas se suman y se comparan con la extensión del territorio del país en estudio.
El índice de sustentabilidad débil de Madagascar corresponde a: 8 – 1 – 16 = -9
Índice de sustentabilidad débil = (Porcentaje de ahorro en el ingreso) menos (depreciación del capital hecho por los humanos en porcentaje de ingreso) menos (depreciación del capital natural en porcentaje de ingreso). Para el caso de Holanda: 25 – 10 – 1 = 14.
Para el caso de lo que venimos analizando, tomaremos como sinónimos la noción de sustentabilidad y sostenibilidad. No obstante hay que aclarar que tales nociones, y en una mirada crítica, son distintas, como lo explicaremos después.
“Las astucias del poder se expresan, por ejemplo, en la pirueta para salvar el concepto de desarrollo de su propia crisis, la cual es mitigada mediante la apropiación de un concepto tomado de una u otra de las vertientes del pensamiento ecológico. Mediante una habilidosa mezcla el desarrollo deviene desarrollo sostenible, el cual no es otra cosa –parafraseando a Gustavo Esteva-, que un ardid para permitir que el desarrollo se sostenga”. Ibíd. p. 45.
Si bien no se modifica la problemática de la deuda externa para los países de América Latina, la consideración del medio ambiente trae consigo algunas propuestas básicas y fundamentales que hacen entender de otro modo las políticas financieras y las relaciones Norte-Sur. El pago de los intereses de la deuda externa le ha costado a América Latina una alta ‘deuda ambiental’ por motivo de formas de producción o, al contrario, le ha generado a los países del Norte una gran ‘deuda ambiental’ que, en vistas a la globalización del problema medioambiental, debe ser pagada por ellos. Así mismo se plantea también la deuda ecológica la cual, y en palabras de uno de sus principales defensores:“es una obligación con la biosfera y la humanidad, en particular por cuenta de la pobreza, así comodel etnocidio y ecocidio provocados por un régimen de inequidades en el orden internacional,sostenido por las islas de privilegio en todo el mundo y basado en la economía del desperdicio y la industria de la barbarie”. Ibíd. p. 115.
Ibíd. p. 41.
BORRERO NAVIA, José María. Op. cit. p. 45.
LEFF, Enrique. Ecología y Capital. Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable. México: Siglo XXI, 1998 p. 156.
GIRALDO B, Paulo César. Renovación urbana: nuevas formas de control sistémico. En: Revista Luna Azul. [en línea]: Número 16. Universidad de Caldas. 2003. <www.ucaldas.edu.co/lunaazul/> [Consulta: 29 noviembre 2004].
Ibíd.
OEA. Declaración de Santa Cruz de la Sierra. en línea www.comunidadandina.org/documentos/actas/santacruz.htm
“Es necesario reconocer el control ejercido por los cuerpos supranacionales sobre la vida y el destino de los pueblos, que lastimosamente, las burocracias nacionales sirven convirtiendo sus intereses en política de Estado. Hay tres casos en los cuales esa situación es evidente: por un lado, los derechos de propiedad intelectual; en segundo lugar, la homologación del régimen de patentes; y, por último, la apertura económica sin barreras”. BORRERO NAVIA, José María. La deuda ecológica. Testimonio de una reflexión. Colombia: FITMA, 1994. p. 66.
BUARQUE, Cristovão. (actual Ministro de Educación de Brasil) Comunicado enviado por: Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y El Caribe.
MALDONADO, Carlos Eduardo. Op. cit. p. 210.
MIRES, Fernando. La nueva ecología. El sentido político de la ecología en América Latina. En: MIRES, Fernando y otros. Op. cit. p. 21.
Para esto reza el Informe: “A menos que se tomen medidas adecuadas de control a largo plazo, por lo menos la cuarta parte, probablemente la tercera, o incluso una proporción mayor de las especies existentes, puede desaparecer”. Ibíd. p. 187.
OEA. Plan de Acción para el Desarrollo Sostenible de las Américas. Op. cit.
Dice el Informe: “Las especies y sus materiales genéticos prometen desempeñar un papel cada vez mayor en el desarrollo, y poderosas razones económicas empiezan a surgir para reforzar los argumentos éticos, estéticos y científicos a favor de su preservación. La variabilidad genética y el material germoplásmico de la especie pueden aportar contribuciones a la agricultura, a la medicina y a la industria por valor de varios miles de millones de dólares anuales”. COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op. cit. p. 181.
Podemos sumarle otras tantas características al asunto de Colombia: territorio relativamente pequeño, acceso restringido a zonas de biodiversidad por conflicto armado (restricción que puede anularse vía monetaria), legislaciones flexibles, dependencia investigativa, xenofilia y compromisos en los préstamos de la banca mundial.
Refiriéndose a Colombia dice el autor: “La flora es nuestra primera gran riqueza. Tenemos entre 45 y 55 mil especies de plantas, un tercio de las cuales se encuentra exclusivamente en nuestro territorio, es decir, son endémicas. Este número es realmente muy alto, si tenemos en cuenta que toda África al sur de Sahara apenas completa unas 30 mil especies (…) Colombia se coloca en el tercer lugar en lo que respecta al número total del vertebrados terrestres. Son 2890 especies, entre las cuales, 358 representan el 7% de todos los mamíferos que existen. Tenemos por ejemplo, más de un tercio de todos los primates de América tropical (27 especies) y en las aves somos excepcionalmente ricos: nuestras 1721 especies corresponden al 20% del total existente y nos colocan en el primer lugar mundial”. ANDRADE, Germán. Colombia: ¿Megadiversidad o megaextinción? En: Revista ecológica.Número 5, 1990. p. 5.
Confróntese con: MALDONADO, Carlos Eduardo. Biopolítica de la guerra. Bogotá: Siglo del Hombre - Universidad Libre, 2003. p. 208-211.
Está claro que una economía basada en el uso de los combustibles fósiles requiere ‘poder’ sobre los territorios donde están los yacimientos, como es el caso de las guerras en el Medio Oriente. Como sabemos, la ciencia y la tecnología han dado pasos gigantes para superar esta dependencia de tales combustibles con mecanismos como energía solar, etc. Ahora puede afirmarse que la economía podría basarse en recursos vivos dados los propios avances de la biotecnología, específicamente de la ingeniería genética, de lo cual podría deducirse fácilmente que empiezan a cobrar gran importancia los países megadiversos, es decir, países llenos en recursos genéticos y pobres en su capacidad investigativa. Esa pobreza en investigación es generada por el anterior modelo de economía extractiva que tuvo como consecuencia implícita la degradación ambiental de los países del Sur y explícita la posibilidad económica de los países del Norte.
Para ilustrar esta situación vale la pena recordar las denuncias sobre biopiratería que algunas voces han intentado dar a conocer. Bien es sabido que nuestro Chocó, con su gran variedad de plantas y la acumulación del conocimiento de sus habitantes (negritudes, indígenas, campesinos), puede contener el secreto para la superación de patologías de alta mortalidad como el cáncer o el sida. Al parecer desde hace unos años, algunos grupos de investigación de empresas farmacéuticas multinacionales han estado recogiendo material genético (para generar bancos de recursos genéticos) y conocimientos tradicionales sobre el manejo de las plantas respectivas, con lo cual después de constituidos los bancos poco importará la existencia o la desaparición de la especie, pues en el laboratorio de la multinacional se encontrará su ‘esencia’.
No obstante es de aclarar que la mayoría de las constituciones nacionales, como es el caso de la colombiana en la ley 99, definen al patrimonio como nacional y de interés de la humanidad. Nacional en el sentido en que es la nación quien tiene el deber de salvaguardar tal patrimonio. El artículo 5 en su numeral 38 dice, además, que al Ministerio de Medio Ambiente (actual Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial) le corresponde vigilar que los estudios, el aprovechamiento y las investigaciones que realicen nacionales y extranjeros de nuestros recursos naturales renovables, respeten la soberanía nacional y los derechos de la nación colombiana sobre sus recursos genéticos.
Dice el informe “Nuestro Futuro Común”: “La conservación de las especies no e justifica sólo desde el punto de vista económico. Consideraciones de orden estético, ético, cultural y científico proporcionan fuertes motivos para su conservación, aunque sólo los valores económicos inherentes a los materiales genéticos de las especies son ya suficientes para justificar la preservación de especies”. COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op cit. p. 190.
Siguiendo con Max-Neef, nos parece prioritario mostrar lo que puede ser también una visión compleja de la pobreza en términos de ampliar el término hacia una visión más crítica: “Sugerimos no hablar de pobreza sino de pobrezas. De hecho cualquier necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una pobreza humana. La pobreza de subsistencia (debido a alimentación y abrigo insuficientes); de protección (debido a sistemas de salud ineficientes, a la violencia, la carrera armamentista, etc.); de afecto (debido al autoritarismo, la opresión, las relaciones de explotación con el medio ambiente natural, etc.); de entendimiento (debido a la deficiente calidad de la educación), de participación (debido a la marginación y discriminación de mujeres, niños y minorías), de identidad (debido a la imposición de valores extraños a culturas locales y regionales, emigración forzada, exilio político, etc.) y así sucesivamente”. MAX-NEEF, Manfred; ELIZALDE, Antonio; y HOPENHAYN, Martín. Op. cit. p. 27.
BELLVER CAPELLA, Vicente. Op. cit. p. 266.
Puede decirse sin temor a equivocarse que el discurso del desarrollo cambió de forma y sustento cuando los países del Sur del mundo apenas se adaptaban al desarrollo pretérito. Los recursos de tales países nunca pudieron ser suficientes, posiblemente adrede, para generar desarrollos tecnológicos y de infraestructura importantes en términos de producción. Del mismo modo, los modelos implantados en los países latinoamericanos en los años 60 y 70 tenían, por decirlo de algún modo, un gran costo ambiental: “Los programas de desarrollo y los proyectos de implantación de infraestructura daban un gran énfasis a sus vertientes desarrollistas y apenas aportaban propuestas sencillas de control ambiental. Bajo la realidad social, se contó con proyectos de infraestructuras de exportación y urbano-industriales, que a pesar de que en algunos casos lograron éxito económico, agravaron las diferencias sociales que ya eran naceptables. Esos proyectos (…) también sirvieron para hacer viables las políticas de ‘exportación’ de industrias que demandaban muchos insumos, especialmente energéticos y degradaban los recursos naturales”. VITORIO ANDREOLI, Cleverson. La deuda externa y la viabilidad financiera para solucionar los problemas ambientales de América Latina.En: GUHL N, Ernesto (ed.). Medio Ambiente y desarrollo. Colombia: Tercer Mundo-Uniandes, 1990. p.65.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op cit. p. 63.
MARTÍNEZ ALIER, Joan. Ecología y pobreza. Barcelona: Centro Cultural Bancaixa, 1992. p. 17.
Este artículo, con algunas modificaciones, hace parte de la tesis de maestría América Latina entre regimenes y modelos: deconstrucción de los discursos sobre identidad y desarrollo.
Diría Nicolás Martín Sosa, pensador contemporáneo español, lo siguiente, y en una manera de entender lo que es ahora simbólicamente el consumo: “podemos afirmar la emergencia, en nuestra época, de un valor al que pudiéramos llamar ‘valor ambiental’ (originado por la situación de desequilibrio y deterioro evidente del medio físico), hemos de reconocer también que los valores culturales sancionados (el éxito, el salir adelante, el hacerse un puesto en la vida) son prácticamente identificados, hoy, con los valores del consumo, hasta el punto de que ‘consumidor’ y ‘persona’ se han convertido en sinónimos virtuales”. NOVO, María y LARA, Ramón (coords.). Op. cit. p. 117.
GOODLAND, Robert. La tesis de que el mundo está en sus límites. En: GOODLAND, Robert (ed.) Medio ambiente y desarrollo sostenible. Más allá del informe Brundtland. Madrid: Trotta, 1997. p. 31. El subrayado en nuestro.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op. cit. p. 50.
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Op. cit. p. 59.
El cual es llamado de esta forma por el apellido de la presidenta de la Comisión encargada de prepararlo. Este Informe fue elaborado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo después del llamamiento de la ONU en su preocupación de establecer algunas estrategias medioambientales que tuviesen resultados de sostenibilidad para el año 2000. Si bien su fecha data de 1987, este Informe, publicado bajo el nombre “Nuestro Futuro Común”, denotará lo que en adelante se inscribiría dentro de todas las constituciones de América Latina y el mundo. En él se define el desarrollo sostenible como: “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL DESARROLLO. Nuestro futuro común. Colombia: Alianza, 1988. p. 25.
Ibíd. p. 40.
CLIMENT SAN JUÁN, Víctor. Producción y crisis ecológica. Los agentes sociales ante la problemática ambiental. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1999. p. 39.
BELLVER CAPELLA, Vicente. Op. cit. p. 266.
ESCOBAR, Arturo. El desarrollo sostenible: diálogo de discursos. En: BERNAL, Jorge A (coord).Integración y equidad. Democracia, desarrollo y política social. Colombia: Viva la Ciudadanía, 1994. p. 139.
ESCOBAR, Arturo. En: BERNAL, Jorge A. (coord.) Op cit. p. 146.
Ibíd. p. 251-252.
BELLVER CAPELLA, Vicente. Las ecofilosofías. En: BALLESTEROS, Jesús y PÉREZ ADÁN, José. Sociedad y medio ambiente. Madrid: Trotta, 1997. p. 251.
MARTÍN SOSA, Nicolás. Perspectiva ética. En: NOVO, María y LARA, Ramón (coords.) El análisis interdisciplinar de la problemática ambiental. Madrid: Fundación Universidad-Empresa, 1997. p. 119.
Dice Arturo Escobar en el inicio de su artículo: “La aparición misma es este concepto –se refiere al desarrollo sostenible- es parte de un proceso más amplio que podríamos llamar de problematización de la relación entre naturaleza y sociedad. Paradójicamente, esta problematización ha surgido como respuesta al carácter predatorio del desarrollo, tal como ha sido practicado hasta ahora”. ESCOBAR, Arturo. (1989) Op. cit. p. 14.
DE SOUSA SANTOS, Boaventura. La caída del angelus novus. Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1993. p. 32.
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